Mientras pensaba como terminar de devorar el corazón de La Señorita Inseguridad; nuestro amigo, El Señor Competencia pensaba. Nuestro amigo convive con cierto miedo. Miedo de hacerse cada día más viejo. Envejercer desastrozamente. Pero, por supuesto, que este miedo nadie lo sabía. Era su gran secreto.
Le horrorizaba la idea de envejecer, de pasar el tiempo contemplando día a día, minuto a minuto la imparable invasión de los años sobre sus manos, sentir su piel sintiéndose desasistida por la carne que la sustenta, notando la piel de sus manos cada vez menos tensa, más blanda, más solitaria, menos pegada al cuerpo, dejándose vencer por las grietas del paso del tiempo, tomando un tono de debilidad, lacio y sombrío, una piel que deja ver claramente los huesos que ya no esconde debajo, abultando cada una de sus venas como suplicantes raíces de un árbol viejo. Aquellas lineas azules que marcarían sus muñecas, explotando hacía afuera.
Entonces seria mucho más fácil rajarse las venas, las tendría todas a su disposición, como un tributo de su vida a la muerte, una ofrenda, un matrimonio con lo eterno, con el olvido.
Es muy triste cuando el suicidio se convierte en el indulto deseado. Eso haría llorar a cualquiera.
Lo se, ustedes no lloran.
jueves, diciembre 16, 2004
6/ ¿Por qué llora él?
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El Señor Competencia
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