Hoy si les voy a contar una verdadera historia. No les prometo que después de leerla van a ser mejores personas, ni siquiera que voy a intentar cambiar su mundo con las que líneas que van a seguir debajo. Pero si les aseguro que es una historia. Nada de palabras incongruentes, nada de eso. Una historia. Ni más ni menos.
Esta historia empieza con una hermosa joven de ojos verdes y sonrisa encantara. Y dicen que las verdaderas historias, las que me merecen la pena contarse comienzan con un quiebre universal. Y cuando los mundos chocaron, se sabe, destrozan todo a su paso. Y eso fue lo que le sucedió a esta joven. Los mundos chocaron y devoraron todo lo que había a su paso. Ahí, en el medio del desastre, había un pequeño universo, ahí vivía nuestra joven... universo que empezó a desmoronarse tan rápido que no le dio tiempo de salvar nada, sólo recuerdos. Sólo aquellos instantes atesorados durante años fueron salvados. Una vez que salvó su historia, llegó la hora de salvarse a ella misma. Y nuestra joven heroína hizo todo lo posible por salvarse, cerró sus hermosos ojos verdes y los apretó muy fuerte. Cuando los volvió a abrir estaba sola, y contempló la destrucción de su mundo. Estaba sola. Sola. Sin nadie.
Les confieso que nuestra chica de ojos verdes podría haber elegido cualquier camino poco feliz, el peor de todos. Sin embargo, no lo hizo. Por el contrario, abrió sus ojos, abrió sus manos... y sus brazos y pensó que había llegado la hora de dejar de dormir, de hacer lo mejor que podía por... los sobrevivientes de otras catástrofes. Y eso hizo.
La primer vida que salvó fue la de otra pequeña, alguien que estaba sola también. La verdadera y única protagonista de esta historia. Una perra llamada Tania. La joven de ojos verdes llevó a Tania a vivir con ella, y salvó de terminar sus días debajo de algún colectivo o algo peor. Según me contaron, fue amor a primera vista. Y no lo dudo, porque la mirada de Tania puede llegar a decir miles de cosas, incluso sonreír. No me resulta extraño que aquella primera mirada, Tania hubiera gritado un último pedido de ayuda.
Un año más tarde del encuentro entre la joven de ojos verdes y Tania tuve oportunidad de conocerlas. Para ese entonces ya vivían juntas y la joven ya había reconstruido gran parte de lo perdido. Y ahí me di cuenta quien fue la verdadera rescatada de esta historia y quien la salvadora.
Y Tania era un ser un ser cariñoso, simpático y noble. Es sobre toda las cosas, una buena perra de compañía, y no es extraño que sea la mejor. Cuando la conocí, Tania se quedo dormida en mi rodilla mientras yo la acariciaba. Tania es el culto a la no-inteligencia canina. De hecho, lograr que aprenda escasos trucos que a los demás perros le salen por reflejo es una tarea imposible. Tania no da la patita, no “choca los cinco”, no camina al lado de su dueña cuando sale a pasear.
Pero Tania tiene el doble de corazón que a muchas persona les falta. Conocer a Tania es estar dispuesto a irse con dos patitas marcadas en la panza, porque ella no puede evitar querer llegar a tu mejilla para saludarte, con pequeños saltos que cada vez son más grandes. Es imposible sostenerla con una correa porque es especialista en dar tirones de búfalo. En espacios abiertos es el único lugar donde es posible soltarla. Tania corre como el diablo en círculos alrededor de su dueño, en círculos cada vez más grandes y cuando se aleja demasiado, comienza a hacer círculos cada vez más pequeños... y luego vuelve a empezar. Se entretiene con cualquier cosa que encuentre a su paso, descubrir nuevos olores, y luego levanta la mirada para sentirse observada por la mirada de su ama.
Los poco creyentes dirán que Tania no habla, pero ella sí lo hace. Dice dos palabras: “Holiz” y “¡Pero!”. “Holiz” cuando salta desesperadamente para saludarte y “¡Pero!” cuando... quién sabe, pero les aseguro que lo dice.
Los abrazos de Tania generalmente terminan con su cabeza apoyada en tu hombro, con las orejas totalmente tiradas hacia atrás, disfrutando del calor de los brazos que la sostienen. Tania tiene una orejas super suaves, y le encanta dormirse siempre cuidando el sueño de su dueña. Por las noches, lame las manos de la joven de ojos verdes para asegurarse su bienestar y buen sueño. Tania cuida su dormir como el mejor guardián.
Ya lo ven, en ocasiones los perros salvan vidas en muchos sentidos. Y este es uno de ellos.
¿Por qué? Simple.
Tania es mucho más que una perra... es un ángel.
domingo, abril 22, 2007
¡Pero! (Taniesco)
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