Cuando la cómoda de su abuela cayó sobre Amenábar, Helena parpadeó unos segundos, intentando pensar que el mueble todavía estaba en buen estado. Cuando giró por Juana Azurduy, una lágrima acariciaba su mejilla. Y mientras eso ocurría, un trueno cortó el aire en un estruendo horrible. Empezó a llover. Helena suspiró y acarició la madera vieja.
- Es buena suerte mudarse un día de lluvia- escuchó la voz del portero sobre su hombro.
Bajo la lluvia que la empapaba como nunca, Helena sonrió. Parecía un genial viaje en barco, timoneando en cubierta el vaivén de la madera. Estaba segura que entre la cortina de olas, lluvia, que caían sobre ella, su pelo naranja era dolorosamente evidente. Sería la primera que rescatarían si el barco naufragaba. El agua era su elemento, no había dudas. La mayoría de las personas había abandonado la cubierta, la tormenta alteraba sus frágiles estómagos.
- ¿Qué hacemos con este mueble, señorita?- preguntó el fletero señalando la cómoda.- Se esta arruinando la madera...
- Se rompieron los cajones, mejor dejela junto al canasto de la basura. Alguien seguro se la lleva... Probablemente. Si... probablemente alguien se la va a llevar- Helena se incorporó y levanto la vista sobre el cielo de Núñez.
- ¿Por qué no le dijiste a tus amigas que venga a ayudarte con la mudanza?- el portero intentando traerla de nuevo a este mundo.
- Porque no era necesario. Pude hacerlo todo sola- dijo Helena.
- Tal vez la cómoda se hubiera salvado.
- Probablemente...- miró por última vez los restos de la cómoda y se subió al flete.- Vamos derecho por acá... y después por Monroe hasta Álvarez Thomas.
Dicha la carta de navegación al fletero, bajo la lluvia que amenazaba no parar hasta después del mediodía, Helena no miró atrás.
miércoles, octubre 22, 2008
Helena entra en el reino
miércoles, octubre 01, 2008
Mamma mia!: Canciones para rato
¡Levanten la mano los que crecieron escuchando canciones de ABBA! Listo, eh, dejenme solo, no importa. Al grano, desde hace un par de semanas tengo que consumir obligatoriamente todo lo que pueda sobre ABBA. Por cuestiones laborales, todo empezó cuando me dijeron “tenes que mirar Mamma mia! porque bla bla bla y tenes que bla bla bla para el 15 de octubre porque sino bla bla bla despedido”.
Ahora bien, este post podría ser un desastroso brainstorming de la multitud de entradas que me surgieron antes, durante y después de ver la película. Hacía mucho tiempo que una película no me transmita tanta energía, tantas emociones, y tantas posibilidades para partirla en pedacitos y analizar cada motivo movilizador. Desde mi fascinación por los musicales, la comedia musical... hasta mi odio por las rubias, pasando por el futuro perfecto de mis dos hijas (que algún día voy a tener) y encontrarme con la mirada de princesa de la cultura pop de Emejota. Hay más, una frenada del coche de mi viejo escuchando en el stereo Voulez vous, mientras mi vieja se bajaba del auto dando un portazo (?). Muchos... pero tantos que sería imposible dedicarle un solo día a esta bola de nieve de emociones, ehmm... metáfora equivocada (perdonen, no me quedaba otra). Esto es, prepárense para una seguidilla de post entrañables y boludos... Empecemos por la película, que sino no van a entender nada.
Mamma mía! es un musical basado en las canciones de ABBA. Tuvo muchas versiones y fue uno de esos grotescos éxitos de Broadway y West End. Y como Hollywood sigue saqueando musicales (The producers, Hairspray) pasándolos a la pantalla grande, era cuestión de tiempo que llegara al cine. Toda la narrativa de la película se basa en hilar una historia con canciones (si, es un musical, obvio) del grupo pop en cuestión.
En la historia, tenemos que Sophie (Amanda Seyfried) se esta por casar dentro de 24 horas y quiere que su padre la lleve hasta el altar. El problema es que Sophie no sabe quien es su padre, sino que tiene tres posibles candidatos (Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgärd) y (ya que estamos) los invita a su fiesta de despedida de soltera. Por supuesto, todo esto sin que su madre Donna (Meryl Streep) se entere. Claro que ya sabemos que Donna se va enterar, y que esto va a dar lugar a una sucesión de errores, pasos de comedia, y situaciones de lo mas predecibles. Eso no nos importa, lo que importa realmente es que cada situación va a estar narrada con una canción elegida perfectamente.
La trama transcurre mostrando la habilidad (o no tanto) de los actores para cantar y bailar, y para desarrollar una coreografía aceptable. Las que mejor paradas salen son Amanda Seyfried (Mean girls, Verónica Mars... que va a tene su propio post dentro de poco, dios) y Christine Baranski (la amiga de Cybill en... Cybill, claro). Meryl Streep no está “tan” mal, teniendo en cuenta que se lleva casi todas las mejores canciones. Brosnan es un desastre, pero tiene tanta clase que se le puede perdonar todo. Y como siempre, por supuesto que los que salvan las poca convincentes perfomances de algunos actores, son los extras de coreografía y coros, básicamente todos los habitantes de la isla griega donde se desarrolla la acción.
Momentos increíbles de la película:
Honey, honey: Sophie leyendo el diario de su madre a la amigas.
Lay all your love on me: Sophie y su novio (Dominic Cooper), mientras los amigos de él lo vienen a buscar para llevarlo a su despedida de soltero. Espectacular.
Voulez vous: el climax final, full cast, y la puesta de esta escena es igual a la de Broadway.
Obvio que la mayoría de los críticos van a odiar esta película, pero no van a poder decirlo. Porque Mamma mia! induce al disfrute en silencio. Todas las canciones de ABBA tiene un momento en donde la melodía da un paso mas allá, y no podes resistirte. Es como comerte un kilo de helado un viernes a las doce de la noche, es ese placer culposo que te hace gravitar las comisuras hasta sonreír. Considero que los musicales hay que verlos en teatro, pero que Mamma mia! puede ser la excepción a la regla.