martes, mayo 27, 2008

Alicia y su socialismo

Cosas que a la gente le gustaría saber sobre Alicia. Tenía un amigo que "en sociedad" lo presentaba como su novio. Había dormido en su casa la noche anterior. Dormir es un decir, porque ella no duerme bien en otros lados. Por suerte, ahora estaba en su casa luchando contra sus ganas reales de detallar algunas emociones y sus impulsos combativos que le impedían transcribir sensaciones demasiado profundas. Cuando ella estaba en su departamento de Belgrano, lo sensitivo y lo terrenal se potenciaban. Era su lugar, su mundo. Últimamente transitaba una faceta huraña y selectiva, pero siempre encontraba el placer de arrojarse en su mundo de colchones y escribir en su diario. Tenía la esperanza que si alguien (algún día) llegaba a leer ese ir y venir de palabras y renglones, la adivine... Alguien que sea capaz de colocarle el tono de su voz a todo eso, la forma de sus ojos que releen lo pasado y sus gestos cuando intenta recordar lo más interesante del día. Pero sabía que no había reglas para eso, y que las reglas nacerían de la conjunción con aquel lector insospechado. Reglas de ambos, que no los jodan, pero que no los condicionen... Así soñaba Alicia su socialismo y lo escribió: no me digas lo que tengo que hacer, no me provoques, no me despiertes emocionalmente porque me vas a tener que oír... Y en ese espectro de emociones, papel y tinta de por medio, ella le hablaba a ese alguien invisible. Curiosamente se que esperabas esto de mí, siento ser tan predecible.

lunes, mayo 19, 2008

El curioso misterio de la mosquita muerta de Adrogué

Comúnmente se utiliza la expresión "mosquita muerta" para calificar cierta conducta reprochable en otra persona. Casi siempre relacionada con alguna actitud sexual o amorosa. Lo curioso de esta frase es que generalmente se utiliza como un "todo" que define a la persona sin mediar explicaciones. Por ejemplo: Miren... ahí va Carmen... miren a la mosquita muerta.

El emisor de esta expresión es Doña Francisca (que vive en el 1852 de la calle Garmedo en Adrogué). Y Doña Francisca sabe algo que los receptores de su mensaje no saben. Ella sabe que Carmen (que además de ser la que mejor esta del barrio es la hija de Doña Clara) se encuentra todos los martes en la esquina de Trovara y Almirante Lamberti, más o menos a las 15 horas, con Jorge (el hijo mayor de Don Roberto, él que se casó el año pasado), caminan media cuadra por Trovara y entran a una mueblada que se llama El Clavel donde permanecen hasta las 18 horas. Y hoy, martes a las 18.30, mientras Carmen (la que mejor que está del barrio) camina por Garmedo y entra en su casa en el 1861, Doña Francisca dice:
- Miren... ahí va Carmen... miren a la mosquita muerta.

Los receptores de este mensaje son Martita (su hija de 40 años), Doña Luisa (vecina del 5º B, misma dirección) y Braulio (el portero del 1852 que justo estaba parado en la puerta). Como bien dijimos que la expresión se utiliza como un "todo" que define, Doña Francisca no sabe que cada uno de sus múltiples receptores va a decodificar de manera distinta el mensaje.

En tanto conjunto de ideas, sentimientos y acontecimientos expresados y transmitidos, el mensaje es decodificado de la siguiente manera por cada uno de los receptores.
Braulio (receptor pasivo) piensa que tendría que volver a limpiar el vidrio de la puerta de entrada. Su mirada se pierde en el vuelo de una mosca (bien viva) que termina su recorrido sobre el portero eléctrico del 1852).
Martita (receptor activo), la hija de Doña Francisca, que siempre fue medio corta, almacena la información y no dice nada. Sigue la mirada de su madre y ve a Carmen entrando a su casa. Martita no pude evitar recordar cuando iban a la secundaria, y Carmen siempre era el centro de todas las miradas de los chicos. Y también de Carlos.
Doña Luisa (receptor/emisor) entiende todo, sonríe y retroalimenta la comunicación.
- ¿Quién lo hubiera dicho de la Carmencita? Que calladito se lo tienen...- dice Doña Luisa.

¿Y es que acaso hay algo más inofensivo que una mosquita muerta? Por un mundo sin mosquitas muertas, se recomienda no matar a las moscas con diarios enrollados, ya que el papel de periódico enrollado genera una especie de bolsón de aire al impactar sobre la mesa. Esto ocasiona que la mosca no puede iniciar un vuelo de huída, ya que sus alas están vibrando por el bolsón de aire... generando (casualmente) la quietud de la mosca, que parece muerta... y que recién se convierte en mosquita cuando la queremos empujar fuera de la mesa con la mano, y la maldita se va volando.

- ¡Se hizo la muerta!- se dice comúnmente, dando origen a la metáfora en cuestión, mientras Braulio sigue limpiando el vidrio, a Doña Francisca le llegó la hora de la pastilla del reuma y Carmen espera ansiosamente que llegue el martes que viene.