Cosas que a la gente le gustaría saber sobre Alicia. Alicia suele subirse a su bicicleta y pedalear todo el circuito de la costa de Vicente López. A veces, sale con Marisa y Jorgelina. Generalmente, le gusta ir sola. Sobre todo los domingos de primavera. El otro día escribió en su diario no puedo dejar de ser conciente de la potencia de mis piernas. Hay dos razones para que este comentario sea relevante. La más obvia, es la genética. La mayoría de las mujeres de su familia tenían hermosas piernas. Fuertes y esbeltas. La segunda razón es “Nora Succiardi – Escuela de Danza”. Desde los 4 a los 18 años, Alicia odió a Nora Succiardi. La primera vez que Alicia tuvo noción de lo fuerte que eran sus piernas fue la última vez que se subió a un escenario. Mientras Natalie Cole cantaba This will be, Alicia brillaba. Al menos, eso le había dicho Marisa.
Años más tarde, ella conocía perfectamente su cuerpo, y hacía que cada movimiento sea fluido y perfectamente calculado. Gracias a eso, cuando el Peugeot azul la embistió en San Martín y Libertador ella pudo caer sin romperse la cadera. Lo extraño de todo esto es que no recuerdo haber practicado nunca como caer.
lunes, julio 28, 2008
Alicia y sus piernas
lunes, julio 14, 2008
7/ Poniéndonos al día con él
Han pasado algunos años desde que no saben nada de él. Algunos sentimos vergüenza de ser su amigo; otros lo admiramos en secreto. Prometí (prometimos) que si algún día nos escasean las anécdotas, usaríamos su vida como medio entretenido para amenizar reuniones. Juramos mantener su nombre en secreto. Bienvenidos de nuevo.
El Señor Competencia sigue siendo el mismo ser oscuro de ojos violetas de siempre. Ustedes saben, tanto yo, que nunca quieren cruzar sus miradas con él. Siempre riendo en silencio con esa agudeza verbal que tanto lo caracteriza. Lo conocemos bien, sabemos casi de que se trata todo esto. Lo hemos visto odiar, llorar, sufrir, torcer vanidades y quebrar voluntades de pequeñas presas. Su última presa fue La Señorita Inseguridad, pobrecita... pobre dulce y desconsolada niña. Si bien ella era un ser triste al principio, abrazó la tristeza plena de la desazón mucho tiempo después de conocerlo.
Sería apropiado que ustedes conozcan como trabajó el siniestro hombre que nosotros conocemos. Bien... Fue el dueño de su corazón, la mirada que ella deseaba ver todas las mañanas, el invasor de su cuerpo tan cuidado, el aire que ella vivía... fue todo eso, y cuando ella estuvo a punto... cuando la carne estuvo lo suficiente cocida como para ser mordida... él mordió... y luego desapareció. Una amiga de La Señorita Inseguridad dice que ella todavía gasta su sueldo en psicólogos borrachos para que le digan nada... que sigue llorando en el baño de su casa y que tuvo un intento de suicidio que le dejo las muñecas mancilladas. Podríamos decir que así trabaja nuestro hombre. Y que disfruta mucho su trabajo... ¿Quién de ustedes puede darse ese lujo hoy en día?
martes, julio 08, 2008
Definitely, maybe: Mucho, poquito, todo
Para que no digan que me guardo las papas finas, acá les dejo una muestra más de mi generosidad recomendativa (?). Sin anestesia: Definitely, maybe, título de película que gracias a mi super doble escolaridad en colegio bilingüe (como andan diciendo por ahí) puedo pronunciar a la perfección en inglés y no como los giles que dicen "anda a ver Definitivamente, tal vez". Bueno, no quiero aburrirlos porque se que ya están saliendo rajando al cine (si, esta en el cine), así que voy a escribir un post super disperso sobre la película, mi vida, y motivaciones ulteriores que le interesan solamente a un par de amigos míos que leen esto pero mantienen riguroso silencio y a mi mamá que si supiera que este lugar existe yo ya estaría en Siberia. Así que vayan al cine, vuelvan y sigan leyendo.
Ryan Reynolds tiene más o menos 30 y algos que se encuentra en medio de un divorcio, cuando su hija de casi 10 Maya le pregunta cómo era su vida antes del matrimonio. Ryan no tiene mejor idea que contarle a Maya un cuento antes de acostarse donde rebelará detalles muy íntimos sobre su vida amorosa pre-Maya, pero cambiando los nombres de todas las mujeres para que la nena adivine quién es su mamá. Así nos enteramos que en "la vida de Ryan" -chiste cinéfilo on- hubo tres mujeres importantes. Número 1: Emily, novia de la universidad, rubia hermosa, sonrisa perfecta, tremendo minón (si me permiten) teniendo en cuenta que no me gustan las rubias. Número 2: April, la mejor amiga, confidente, fiel, la tensión sexual perfecta con buen culo. Y Número 3: Summer, periodista, morocha, ambiciosa, morocha, linda, morocha... bueno, eso. Ryan le va tirando datos a Maya para que arme este rompecabezas del amor (?), y la nena pasa la mejor noche de su vida, el mejor cuento que un padre le podría contar a su hija.
El guión es impecable, tiene giros muy copados. Lo mejor de todo (punto para el guionista) es que realmente no sabes quién es la mamá hasta el final y que te mantiene adivinando el camino todo el tiempo. Tiene algunas tramitas secundarias muy explotadas: la dedicatoria que April busca en cada libro de Jane Eyre es una una subtrama simple, perfecta y que me hizo lagrimear un poco.
Los actores están bien bien. Ryan es Will Hayes, aunque tal vez lo conozcan como "yo fuí uno de los boys en Two boys, a girl and a pizza place que daba Fox los domingos", y rinde mucho. De hecho, estaba dispuesto a pasarme toda la película bardeando al tipo, pero la verdad me cayó rebien. (?). Maya es Abigail Breslin, un ser hermoso, dulce y creíble. Una nenita divina que te puede hacer sonreír y llorar en un segundo; y lo mejor de todo es que no intimida tanto como Dakota Fanning de pendeja. Cuando Camila y Valentina sean una realidad en mi vida (si, ya le puse nombre a las/mis hijas que no tengo, so what?) quiero definitivamente (tal vez) -ja, chiste cinéfilo parte dos, on- que se parezcan a Abigail.
Y ahora el párrafo aparte para ese trío de mujeres que se parten de buenas. respectivamente tenemos a Elizabeth Banks o ¿cómo una rubia puede estar tan fuerte? (1), Isla Fisher (2) -linda, estilo Jessica Alba o Eliza Dushku, pero sin llegar a los talones de la segunda- y (de pie) Rachel Weisz (3), super morocha, super actriz, sexualmente perturbadora por donde se la mire. Te quiero, Raquelita.
Clásica película para NO ver en el cine, y SI para verla tirado en la cama apoyado sobre un par de almohadas y llorar en las partes "adecuadas" (esas que te hacen sentir un nudito en la garganta tipo "iiigh") y que ella te vea moquear un poco y piense "que tierno". De nada.
viernes, julio 04, 2008
El juvenil misterio de la opacidad del lenguaje
Gustavo Gutierrez es (de todos los que entran al Bar Berruza, y sin dudarlo) el hombre que más apodos tiene. Al menos, tiene más que Pascual a quien le suelen decir “el loco Pascual” o “loco de mierda”. En realidad, y perdón por el enfasís en endiosar personalidades que no valen la pena, Gustavo tiene la misma cantidad de motes o seudónimos que Pascual. La diferencia radica en la poca relación de un alías con el otro, y en lo que le costó a Gustavo ganarse sus apodos.
Desde muy temprana edad (más precisamente en la escuela número 24 del distrito escolar 15) Gustavo demostró una inusual habilidad para realizar tareas que no eran bien vistas por las autoridades escolares. Un detalle pormenorizado, observando su Cuaderno de Comunicaciónes, nos revela los siguientes datos: “robo de panes en el recreo largo”, “reiteradas observaciones durante la formación por conversar con un compañero”, “varios llamados de atención por reirse de la profesora de Actividades Prácticas”, y etcéras varios. Conforme los años de la primaria avanzaban, Gustavo se hizo famoso por robar siete gomas Dos Banderas, una tijera plegable de mango naranja, y quince sacapuntas metálicos con sus respectivas hojitas de repueto. Fue entonces, cuando Gustavo Gutierrez se convirtió en Gege. Máximo recuerda que estuvo presente en el nacimiento del mote y que también se encontraban presentes él propio Gustavo Gutierrez (a escasos segundos de convertirse en Gege), Jorge (el hijo mayor de Don Roberto –si, ese mismo-), Matías Urtubey.
Gustavo… vos me robaste la figurita de Kempes, la que viene con el cosito dorado al costado- lo increpó Matías.
- Je je- río Gustavo.
- Que garca- dijo Jorge.
- Un gran garca- acotó Máximo, que siempre tenía fascinación por las exageraciones desmesuradas.
- Un gran garca.. je je- seguía riendo Gustavo mientras sacaba la figurita de Kempes de un doble fondo que el bolsillo de su guardapolvo tenía.- Toma… je je.
- “Je je” ¿Pero de qué te reís infelíz?- se exasperó Matías.
- De los nervios, je je- dijo Gustavo mientras tiraba la figurita al piso y salía corriendo.- Je je…
- ¡”Je je” las pelotas! ¡Hijungran!- gritó Matías viendolo subir por el andén de Drago y desaparecer por la bajada cortada de Donado.
Al día siguiente del incidente de la figurita de Kempes, Máximo y Matías Urtubey discutían ser los inventores del apodo cuando llegaba un juvenil Pascual y les decía:
- Los intentos de Sarmiento por hacer más simple nuestra ortografía no sirvieron para un carajo. No existen rasgos formales de ortografía para los vocablos que comienzan con las letras j y g- dijo Pascual mientras que desaparecía detrás de un árbol tirando una bomba de humo casera.
Años más tarde, la esposa de Gustavo Gutierrez le puso el apropiado mote de “abeja obrera” un día que lo fue a buscar al Bar Berruza y lo encontró con una botella de Gancia y medió limón.
- ¿Por que le dicen “abeja obrera” a Gege?- preguntó Ramón Torasasasasasa, que siempre llegaba a tarde a todos los cumpleaños.
- Porque sale solamente para chupar- concluyó Franciso Berruza franeleando un Durax, mientras los gritos de la jermu de Gustavo Gutierrez, alías Gege, alías Abeja Obrera, todavía se escuchaban desde la esquina.