Han pasado algunos años desde que no saben nada de él. Algunos sentimos vergüenza de ser su amigo; otros lo admiramos en secreto. Prometí (prometimos) que si algún día nos escasean las anécdotas, usaríamos su vida como medio entretenido para amenizar reuniones. Juramos mantener su nombre en secreto. Bienvenidos de nuevo.
El Señor Competencia sigue siendo el mismo ser oscuro de ojos violetas de siempre. Ustedes saben, tanto yo, que nunca quieren cruzar sus miradas con él. Siempre riendo en silencio con esa agudeza verbal que tanto lo caracteriza. Lo conocemos bien, sabemos casi de que se trata todo esto. Lo hemos visto odiar, llorar, sufrir, torcer vanidades y quebrar voluntades de pequeñas presas. Su última presa fue La Señorita Inseguridad, pobrecita... pobre dulce y desconsolada niña. Si bien ella era un ser triste al principio, abrazó la tristeza plena de la desazón mucho tiempo después de conocerlo.
Sería apropiado que ustedes conozcan como trabajó el siniestro hombre que nosotros conocemos. Bien... Fue el dueño de su corazón, la mirada que ella deseaba ver todas las mañanas, el invasor de su cuerpo tan cuidado, el aire que ella vivía... fue todo eso, y cuando ella estuvo a punto... cuando la carne estuvo lo suficiente cocida como para ser mordida... él mordió... y luego desapareció. Una amiga de La Señorita Inseguridad dice que ella todavía gasta su sueldo en psicólogos borrachos para que le digan nada... que sigue llorando en el baño de su casa y que tuvo un intento de suicidio que le dejo las muñecas mancilladas. Podríamos decir que así trabaja nuestro hombre. Y que disfruta mucho su trabajo... ¿Quién de ustedes puede darse ese lujo hoy en día?
lunes, julio 14, 2008
7/ Poniéndonos al día con él
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El Señor Competencia
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9 comentarios:
¡Volvió! Ahora faltan El club Verne, Disney for novice, y no me acuerdo qué más. Este tipo me incomoda, es demasiado real.
me gusta mucho como escribis,en serio.
me gustan tus metaforas y los temas que tocas,que son tan cotidianos...
saludos!!!!
Definitivamente coninsido conla maga, me gusta mucho como escribis! Lo haces bastante real...
Mmmm quien puede darse el lujo de romper asi un corazon??? Yo creo que muchos pero a la vez muy pocos..
Yo no!
Saludos Chris!
Vos sabés lo duro que va a ser cuando al Señor Competencia le empiecen a llegar las facturas?
La ley del Karma no acepta tarjeta de crédito.
En realidad va a ser un bello espectáculo...muhahahaha
Uy... el señor Competencia necesita de la Srta. Inseguridad para seguir viviendo y alimentándose. La necesita para crecer y fortalecerse de la misma manera que la Srta. Inseguridad lo necesita él para seguir regodeándose en sus miedos.
Dicen, me contaron, que son amores que matan...
Besos Ch.
Mariana: Y esta tan cerca de todos nosotros. Abrazame, negra. Tengo miedo.
Lamaga: Gracias, me alegro que te guste. Me gusta darle forma a cosas que pasan todos los días, como para que sea mas entretenido de leer. Gracias por el cumplido.
Mariposa: Yo sí. Creo que todos alguna vez rompimos algún que otro corazón, y que sin darnos cuenta lo seguimos haciendo. El problema es cuando se hace a propósito, y haciendo doler a la otra persona.
Ayoween: Cuanta maldad en esa risa. Casi me dio un escalofrío. =) Nadie puede escapar del karma, por eso siempre hay que generar cosas copadas.
WW: Como tantos otros amores. Nunca voy a aprobar lo que hace el tipo este. Tenía todo para convertirse en un justiciero, pero se fue para otro lado. Es el tipo que no queremos ver reflejado en el espejo. En cuanto a ella, la verdad es que me da pena.
¡Hay varias personas así! ¡Qué horror! La verdad es que es horrible. Yo conozco a otro señor como Competencia y no entiendo cómo alguien puede ser tan feliz y ser tan feliz, aprovechándose de otras personas y no quedándose con ninguna ¿es que no se sentirán vacíos? De verdad, es horrible tener a alguien así, que sólo vaya a lo que va... ...rezo por no cruzarme a alguien así.
Un saluditos.
esther: EL problema con esta gente es que si bien uno desea no cruzarlos nunca, ellos siempre aparecen en nuestro camino.
Lo peor es que matan sin que una se de cuenta... Antes que el corazón se detenga y el cerebro deje de dar órdenes.
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