miércoles, julio 18, 2007

Laura

Solo hace falta una brisa para sentirlos.

Esta conmigo desde pequeño. O estaba, perdón. Con ella jugaba, a ella la veía delante de mi ventana y tenía miedo. Tanto miedo que cuando generalmente no aguantaba más el llanto iba corriendo a la cama de mi vieja y le decía: mamá, hay una nena en el balcón. Pero ella no me asustaba: con el correr del tiempo entendí que el que se asustaba era yo, y que ella no hacia nada para que me asuste.

Mi mamá me decía que no había nadie: Se levantaba a la noche, me agarraba de la mano y me decía: ¿Ves? No hay nadie.

Entonces, claro, ahí me dí cuenta que yo veía algo que mi mamá no.

Y con aquella nena seguimos jugando y nos reíamos mucho. De hecho las mejores fotos que tengo de cuando era chiquito, ella estaba a mi lado y yo sonriendo de forma radiante. Pero claro, ella nunca salía en las fotos. ¿No era obvio?

No crean no busque alguna explicación; incluso ahora la sigo buscando. Mi abuela me dijo: es tu ángel de la guarda; mi madrina la llamaba "amiga invisible". Alguna tía pedía a gritos una hermanita para el hijo único. Mis viejos preferían hacerse los boludos, claro.

Recuerdo su voz cuando yo manipula mis Playmobil dictándome historias. También cuando jugaba carrera de cochecitos de colección en el living de casa. También deje de asustarme cuando me despertaba a la noche y la veía mirándome; supongo que esto fue porque ella respondía mi mirada casi de susto con una sonrisa hermosa. Ella me susurraba sueños, lo se. Y los ataba con hilos de plata para que mi memoria los capture al primer parpadeo diurno. Ella siempre estaba ahí.

Claro que tenía nombre: se llamaba Laura. Pero nunca me lo dijo, pero yo sabía, lo juro. Siempre supe que su nombre era Laura.

Sólo hacia falta una brisa para sentir su presencia, un calor que recorría mis mejillas, un rayo de sol directo a mis ojos. Así llegaba Laura. Y en fue una misma brisa, seguramente, la que se la llevo para siempre.

No crean no busque alguna explicación; incluso ahora la sigo buscando.