- Hagamos una casa! Juntemos maderas, clavos, y la armamos!!!- dijo Diego.
- Mi vieja no me va a dejar...- El Colo, hamacándose.
- La podríamos hacer en ese arból- habló Alejandro y Chiqui ladró.
No hubo mucho mas que decir, además el arból tampoco era tan alto. Conseguimos maderas, maderas largas. La principal adquisición fue el respaldar de una cama que encontramos en un campito abandonado por Donado. Y clavos, muchos clavos. Y cuando la terminamos nos dimos cuenta que no era una casa. No, al menos, como las casas de los arboles en las peliculas. Era un piso de madera sostenido por las tronco y las ramas de un árbol que nos odiaba en silencio. Una escalera hecha con mas madera, pegada al tronco, y nada mas.
- Puedo subir?- preguntó Marcelo, un chico que seguramente nos odió toda su infancia.
- No- le dijo Martín.
- No, Gordo, vos no. Si te subís, nos tiras todo abajo- dijo Alejandro y todos nos reímos.
- Si, Gordo, tomatelas!- le grito Diego.
- Le voy a decir a mi vieja!- grito Marcelo desde abajo y se fue corriendo. Yo creo que estaba llorando.
Hablemos de poder y convocatoria. Y ahora, de una madre enojada y furiosa.
Quieren saber cuanto duró nuestra casa en el árbol? Un día. Luego del incidente con Marcelo, su señora madre se apersonó debajo del árbol con una escoba, y comenzó a golpear el piso de la casa. Uno por uno, los clavos fueron saltando, y las maderas cayendo. También nosotros, porque estabamos arriba. El Colo se torció el tobillo cuando cayó.
Marcelo siguió siendo el centro de nuestras burlas.
Su madre se convirtió en La loca de la escoba.
El Colo no pudo jugar en el Intercolegial del Distrito Escolar 15.
Y en la Estación Coghlan hay un árbol que todavía muestra en su tronco, lo agujeros de unos escalores incrustados. Y de una casa que duró un día.
lunes, octubre 04, 2004
Un piso de madera /3
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