lunes, marzo 01, 2004

Curva peligrosa

Corazón paralizado, bisagras que no se terminan de cerrar nunca. Ayer, me cruce a "mis seis años al pedo". Ah, se llama Sandra. Y hace cuatro años que cortamos, y estuvimos seis años realmente unidos, hasta que todo termino en una discusión, una pelea, y alguien que se tuvo que agachara para pasar por debajo de una puerta que se cerraba por ultima vez. Algún día les contare que sucedió en estos 4 o 5 años sin ella, pero eso no viene al caso.
El destino fue bueno conmigo, o con ella. Porque imagínense, que dos personas que terminan casi odiandose o amándose en silencio y que viven en un radio de dos cuadras, solamente crucen sus caminos, dos o tres veces por año. El destino fue bueno, sin duda.
Ayer fue la primera vez del 2004 que nos cruzamos, y como siempre, volví a interpretar el papel superadísimo del chico soberbio que mira por sobre el hombro de su interlocutor, casi sin prestarle atención. No conjeturen si sigo enganchado, desde ya les digo que no. La gente que me conoce sabe bien que no. Ni siquiera es resentimiento. Es simplemente el hecho de eliminar a una persona de una vida, matarla, ignorar saludos en la estación del tren, o convertirse en asesino de figuras y recuerdos. Lo bueno de matar a alguien en vida, es que la gente no suele ir preso por esto. Mi única victima, por supuesto. Una belleza morena de ojos verdosos, cuerpo interesante para el gusto de un servidor, ni muy delgada, ni muy gordita, el punto gusto para que su piel tenga gusto a chocolate en verano, y a dulce de leche en invierno. Una belleza muerta.
El encuentro fue casi protocolar, "hola" - "hola, como estas?" - "bien y vos?" - "bien". Un mirada que ya decía que la conversación se había acabado, otra mirada que preguntaba por la facultad, mi vieja y algunos de mis amigos que ella había adoptado, y que quería seguir la conversación. Más respuestas monosilábicas, y un suspiro cansador. Otro suspiro de "siempre va a hacer así?". Si, siempre. Ya sabe, no es bueno hablar con los muertos...

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