En todas las redes de subterráneos de las grandes ciudades existe un tren que sirve de portal al Infierno. Se le conoce por muchos nombres: en Berlín, lo llamen die Götterdämmerung; en Londres, the Meat Wagon; en París, le Cercueil, y en Estocolmo, lo llaman Silver Train. Sus pasajeros tienen un aspecto especialmente apático, se sientan mirando al vacío, y rara vez responden si se les habla.
En Buenos Aires, fueron muchas las personas que intentaron encontrar este tren. Incluso han esperando durante horas en las estaciones con la peregrina idea de, algún día, verlo aparecer.
El escritor Aníbal Marceau esperó horas en la Estación Catedral, y nada.
Un ignoto ocultista llamado Pedro Denis predijo que el tren del infierno seria el primero en llegar a la Estación Primera Junta, el primer Jueves de Junio de 1985. Y tuvo razón.
Un estruendo que solo recordaba remotamente a un tren de metro. Se parecía más a una gigantesca máquina de guerra medieval, que se deslizaba sobre las apretadas guías con sus enormes ruedas blindadas. Entonces lo vió... Eso dijo, y murió en el Hospital Fernandez, el segundo Viernes de Junio de 1985.
Quién sabe que es lo que se esconde en la oscuridad, más allá de las abiertas bocas de los túneles? A dónde van esas brillantes vías de insensible acero, una vez que se adentran en el subterráneo mundo de la oscuridad? Por que los subtes no funcionan de noche?
Si el tren del Infierno existe... para mí, habría que esperarlo debajo de Plaza Misesere. Y de eso se trata...
viernes, septiembre 10, 2004
Un subte llamado Infierno (1)
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